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La música y la libertad de expresión

18 JUN 2020 - 18:00 H.

La política y la música conviven entre ellas. Una restringe a la otra y esta última critica, en muchas ocasiones, esta persecución a la que es sometida. La banda sonora de la vida y las acciones políticas coexisten y es inevitable que no sea así, porque son principalmente éstas, quienes definen en gran medida a la sociedad.

 

El poder ejercido por la urbe política define una sociedad y la organiza. A efectos prácticos, satisface las necesidades que no están cubiertas y vela por cuidar las ya existentes, que sirven como una forma de mantener el orden social preexistente.

 

Del otro lado, la música, o dicho de otra forma, la reflexión, el equilibrio o la motivación traída a través de ritmos, melodías y armonías que se entremezclan en nuestras mentes para que, gracias a su contenido, se organicen y expandan las ideas del oyente.

 

Música y política crean un conflicto entre términos que se intensifican al presentar la clave de la cuestión: la libertad de expresión. Porque, tal y como señala el artículo 19 de los derechos humanos: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión”, instruyendo de forma genérica lo que este derecho representa.

 

También, podemos verlo de forma más específica y por tanto con una clara y posible aplicación al mundo musical indicando que “este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.

 

El artículo 19 de los derechos humanos resalta la noción de la difusión. Una difusión que no parece tener limitaciones y que, según explica, puede ser expresada por cualquier medio, entrando en esta horquilla la voz y de esta forma la música. Pero, la historia es caprichosa, porque de modo inmediato, la subjetividad entra en escena en torno a lo que la libertad de expresión significa.

 

A pesar de que la censura haya cogido fuerza de una manera más reticente en los últimos años, fueron varios los artistas que sufrieron de una manera u otra, la censura en España décadas atrás. Grandes cantantes y grupos, incluso reconocidos a nivel internacional, que tuvieron que ceder ante las exigencias del régimen.

David Bowie, Los Beatles, Neil Young… son algunos de los músicos que se enfrentaron a la censura española. Pero, también, artistas a nivel nacional como C. Tangana, Josep Valtonyc o Pablo Hasel la han sufrido más recientemente.

 

Algunos incluso han acabado entre rejas o han tenido que buscarse una vida fuera de España para no acabar encerrados, como Valtonyc. En el caso del cantante madrileño, C. Tangana, este veto vino determinado por el Ayuntamiento de Bilbao, más concretamente por el sector de Podemos.

 

Las opiniones no han dejado de llegar desde el momento en el que empezaron a quitarse cierto tipo de “libertades”. Esta rigurosa aplicación de la ley ha ido levantando las opiniones de una masa social que ha demostrado estar en el bando artístico.

 

Porque, aunque la gente es un reflejo de lo que sus gobiernos les dictan en muchos casos, el clima de opinión supera incluso la fuerza y el poder para defender lo que considera como propio, y la misma línea sigue Inmaculada González, abogada de IGG: “Se está siendo demasiado estricto con la ley en los casos de censura musical”, y prosigue afirmando que “ni mucho menos esta persecución es la solución”. González se apoya en este clima de opinión y considera que es excesiva la represión sometida a la música.

 

Del otro bando, Podemos, y más concretamente Elkarrekin Podemos Bilbao, que fueron los encargados de cancelar el concierto de C. Tangana y los que se encuentran al lado contrario de la balanza. Son los lobos aulladores de un sector conformado por los más conservadores. También el presidente del partido Actúa Baleares, Jorge Campos, es una de las personas emblemáticas en favor de la censura musical en ciertos casos.

 

Fue este último, quien denunció al rapero mallorquín, Valtonyc, por letras con un contenido que, según el tribunal supremo, enaltecen el terrorismo y en las que se injuria y amenaza al Rey con frases como estas: “Puta policía, puta monarquía”, “Tu bandera española está más bonita en llamas, igual que un puto patrol de la guardia civil cuando estalla” o “Y mira yo no tengo huevos a pillar una metralleta, pero al menos no condeno al que se atreve y al que a la lucha se aferra, partidos revisionistas me la coméis entera, no resistiríais ni la mitad de cadenas que arrastra Arenas”

 

Pero, volviendo a los agentes representativos de la libertad completa de la música, se observa como a raíz de estas últimas condenas y casos vetados, los artistas y más concretamente los músicos se han postulado también en defensa de sus derechos. Personas emblemáticas en el mundo de la música española como Rayden o Juancho Marqués.

 

Salieron en defensa de Valtonyc el mismo día en el que se conoció la noticia de que el mallorquín pasaría tres años y medio en la prisión. Estos artistas mencionados anteriormente, y muchos más, se unieron con un lema que rezaba por la libertad en el ámbito musical: “Artistas, atención: en España se censura”.

 

Llega hasta tal punto el veto a artistas en nuestro país que, en el año 2018, según el primer informe anual sobre el estado de la libertad artística de freemuse, España fue la que encabezó esta lista, con 13 músicos silenciados, seguido muy de cerca por China, con 12. Y, lejos de las posiciones punteras, quedan Irán con 9 y Egipto y Turquía, con 5 y 3 respectivamente.

Y en apoyo y defensa al clima de opinión sale la politóloga Elisabeth Noelle-Neumann “el temor al aislamiento hace que la mayor parte de la gente tienda a someterse a la opinión ajena”. “Hay una gran capacidad humana de percibir el crecimiento o debilitamiento de las opiniones públicas”, concluyendo que son “las reacciones ante esta percepción las que impulsan a hablar más confiadamente o a callarse”.

 

Es la considerada como espiral del silencio y reúne a todas aquellas opiniones de la gente que se encuentran apartadas de la dominante y que por tanto, no conforman lo que la mayoría puede llegar a pensar sobre la música. En este caso, están conformadas por aquellos que ven la censura como algo positivo y que por tanto, están a favor de erradicar determinados comportamientos musicales o letras.

 

Personas emblemáticas como pueden ser los censores de conciertos, los que lo apoyan y aquellos que lo ven de forma positiva y por tanto se posicionan de forma favorable a esta. Gente que no considera que sea ético y moral seguir dando voz a este tipo de cantantes y artistas, que por unas letras determinadas, se han visto abogados a rectificar o dar un paso al lado en sus carreras.

 

En el caso de C. Tangana, éste fue capaz de darle una vuelta a todo lo que estaba aconteciendo alrededor de su figura, cuando el alcalde de Bilbao decidió suspender su concierto. Tras suceder esto, el músico urbano madrileño, tomó cartas en el asunto y organizó por su cuenta un concierto gratuito para todo aquel que quisiese ir.

 

Es una forma de reivindicación activa que critica estos actos y que tanto para él como para muchos otros artistas no es legítima y por tanto no debería ser aceptable. La respuesta social fue masiva y al concierto acudieron más de 4.000 personas. Personas que se encasillan en este clima de opinión y que por tanto, se alejan de forma radical de esta espiral del silencio. Siendo los portadores de la bandera progresista en este aspecto y contrarios a esta censura.

 

Pero, como ha sido mencionado anteriormente, no es cosa de un solo día, y esta censura se lleva practicando en nuestro país a lo largo de la historia. Este tipo de acto, no entiende de épocas, aunque sí que se observa un pequeño matiz entre la censura del régimen y la que se está aconteciendo en estos momentos.

La reacción pública, la sociedad ha ganado adeptos y está más formada, por lo que se sumerge en críticas con un contenido mucho más detonador y vinculante. Y con esta formación, es mucho más sencillo, ganar peso en la sociedad.

 

Por lo que, la relevancia y el peso de las críticas es mucho mayor. Es más complicado aplicar leyes sin recibir el feed back de una sociedad con peso. Y aunque la fuerza mayor la lleven los gobernantes, estas personas, son capaces incluso de influir directamente en las decisiones de estos.

 

Porque la opinión pública y el pensar de la gente deja un espacio mucho más reducido para aquellos que aplican leyes y que definen como debe ser la sociedad. Ya no se organizan todos en torno al carro ganador y se demuestra en el comienzo del proceso. Lo más sencillo es posicionarse de lado del poderoso para no salir escaldado. Pero, en este caso, la sociedad ha decidido darle la vuelta y posicionar al más débil como claro vencedor de un proceso que no ha hecho más que comenzar. 

Gráfica Censura en Paises

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Piano con partitura censurada

Guitarra con candado

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